Al cuerpo muy a menudo se lo encuentra en las epistemologías feministas, por la sencilla razón de “la verdad”: Como sugiere Nietzsche apenas empieza su libro “Más allá del Bien y del Mal”, suponiendo que la verdad sea una mujer…
Yendo directamente a eso, al cuerpo en los cuerpos femeninos, como parte de una expresión del trato de la sociedad hacia todos los cuerpos finalmente, podemos encontrar uno de los botones del corset identitario que nos atraviesa.
Es decir, encontrar lo que por debajo de lo que consideramos nuestra identidad: Hombre, mujer, niño, profesor, ama de casa; es en realidad ciertos condicionamientos que han escalado hasta los niveles corporales. Y a donde es necesario llegar si queremos desprender del cuerpo de sus ataduras a los aspectos más esclavistas de la sociedad.
Tanto la esclavitud histórica, como la moderna, ambas tienen su objeto, tu pedagogía, su interés, en el cuerpo. Y hasta allí hay que ir a buscarla, en el caso de querer romper sus cadenas de miedo.
Así, me tope con un párrafo excelente, necesario, de Silvia Federici en “Revolución en Punto 0” que alumbra parte de este corset por debajo de las identidades esclavizadas, mercantilizadas, cuerpos producidos para….
Saber que, de alguna manera, nos estamos vendiendo, ha destruido nuestra autoconfianza y el placer para con nuestros cuerpos. Esta es la razón que nos lleva a que, seamos flacas o gordas, tengamos la nariz pequeña o grande, seamos bajitas o altas, todas odiemos nuestro cuerpo. Lo odiamos porque estamos habituadas a observarlo desde fuera, con los ojos de los hombres que conocemos, y con la mente puesta en el cuerpo como mercancía. Lo odiamos porque estamos acostumbradas a verlo como algo que hay que vender, algo que está alienado de nosotras y que está siempre en el mostrador. Lo odiamos porque somos conscientes de todo lo que depende de él. De nuestra apariencia corporal depende que podamos encontrar un trabajo mejor o peor (ya sea en casa o fuera de ella), que podamos adquirir cierto poder social, algo de compañía para así vencer la soledad que nos espera cuando envejezcamos y, a menudo, también durante la juventud. Y estamos siempre temerosas de que nuestro cuerpo pueda volverse contra nosotras, que tal vez engordemos, nos salgan arrugas, nos hagamos viejas rápidamente y esto provoque la indiferencia de la gente, de que perdamos nuestro derecho a la intimidad con alguien, que malogremos la oportunidad de que nos toquen o abracen. ~Silvia Federici (2013): Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas
Al encuentro del Corset Identitario:
Qué es y cómo se forma nuestra identidad: Tanto como se forma nuestro cuerpo, y al mismo tiempo, se forma el yo. Como fue tratado nuestro cuerpo, aparece la concepción de identidad como idea acerca de uno mismo. En base a la experiencia de las sensaciones, montamos un nexo entre las relaciones humanas que nos rodean, el cuerpo es el punto de encuentro de mi realidad humana circundante y el yo hace sentido de ello.
Freud mismo habla que esencialmente el yo, es un yo corporal.
Por otro lado, amerita hacer mucho hincapié en cómo el cuerpo fue tratado, como tratamiento, como trata. Es decir, cómo el cuerpo fue producido para el lugar donde está.
"Lo que no pudo hacer la trata conmigo, es romper mi capacidad de amar" -Sonia Sánchez
Cuando todavía la persona no se ha preguntado –quién soy– con toda profundad diría, es que todavía no ha llegado al fondo de su dolor. La Salud es la búsqueda de una identidad más profunda, la identidad corporal. La que se halla en nuestro cuerpo, al que hay que ir a conquistar desde las condiciones iniciales (el cuerpo condicionado dicen en el Budismo) con que lo recibimos.
Si estás a gusto con estas libertades, siempre tendrás un lugar en las clases para conocer la Escucha Corporal.
Y acá dejo el enlace para leer más sobre éstas: https://alfohumano2.com/clases/formacion-continua/
Un abrazo en libertad,
Alfo